En un rincón de mis olvidos está tu huella.
La guardé en el cajón de mi desmemoria,
junto con los sueños del inconsciente,
detrás de las lagunas de mi infancia,
a la izquierda del vientre materno,
debajo de mis vidas pasadas,
delante del sentido de la vida.
Tu huella sigue intacta, entre mis otros olvidos.
Ella permanece ahí y, cada tanto,
voy a visitarla.