domingo, 25 de diciembre de 2011

La noche se vistió de silencio

(a mi Cucharón verde)


La otra noche me asomé a mi ventana. En la calle, los autos iban y venían. Me propuse contar los departamentos con luces encendidas en el edificio de enfrente. 1...2...3...4...La luz de la cuarta ventana se apagó.3...Un quinto ventanal se encendió. 4...
Era tarde. Tenía un poco de sueño, pero ya lo había intentado y no podía dormir. Demasiados monstruos revoloteaban adentro de mi cabeza, y algunos amenazaban con devorarme antes del amanecer.
Así que seguí mirando por la ventana. Alcé la vista. En el nocturno telón que se extendía detrás de los edificios, pude distinguir algunas estrellas. Eran pocas. Y una de ellas...no la más grande, ni la más brillante, ni la más lejana, sino una estrella cualquiera del cielo en la que nadie se hubiera fijado, llamó mi atención. Blanca, pequeña, su luz parecía esconder 23 misterios, 2 sonrisas, 1 abrazo.
Verla me llenó de un alivio momentáneo, uno de esos alivios que no alcanzan para extinguir las penas, pero que ayudan a soportarlas con cierta dignidad.
Esa estrella tiene un nombre. Lo sé. Un búho me lo reveló en un sueño. Pero si la nombrara...la estrella se extinguiría...
Por eso es que guardo en mí el secreto...
Por eso la noche se vistió de silencio...

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