Me gusta que tengamos
piernas enredadera
cuando estamos en
la cama y casi no sé
dónde empieza tu
cuerpo, dónde termina mi alma.
Latidos que se
confunden en una sola melodía,
tu piel imanada a
la mía y viceversa,
y la sonrisa en tu
mirada es mi única respiración.
Después duele el
afuera que rompe la calma,
la
calmacamacariciacálidacrisálida,
una
alarma que suena, un hechizo se quiebra,
carroza-calabaza
y otra vez a ser
dos…
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